El país asiático espera lograr el apoyo de Filipinas, Marruecos, Perú y Rusia para reanudar el comercio internacional de ballenas, especie protegida por una Convención de la ONU cuya caza está prohibida por una comisión internacional que este año fue convocada en Londres para analizar el tema.
TOKIO.- Japón decidió hacer un nuevo intento para liberalizar la caza de ballenas, a pesar de la fuerte oposición de Estados Unidos y de grupos ambientalistas, en la reunión de la Comisión Ballenera Internacional convocada entre el 23 y el 27 de este mes en Londres.
Japón insiste en cazar cachalotes y ballenas de las especies minke y bryde's con presuntos objetivos científicos, y arguye que la población de esos cetáceos va en aumento.
Estos mamíferos marinos, que llegan a medir hasta 30 metros de longitud, los más grandes del universo animal, son especialmente codiciados por los japoneses, que tradicionalmente los cazaban para comer su carne.
La Comisión, que controla la preservación de los cetáceos, condena cada año a Japón por la caza comercial, y el 2001 fue convocada una vez más para discutir el asunto.
Tokio rechaza una propuesta de Argentina y Brasil para convertir en un santuario al Atlántico sur, donde vive la ballena franca, y otra, de Australia y Nueva Zelanda, para hacer lo mismo en el Pacífico sur. Las autoridades japonesas se opusieron a la idea el año pasado y están decididas a descartarla por completo esta vez.
La Comisión prohibió la caza de ballenas en 1986, debido a una notable caída del número de cachalotes y de ejemplares de la especie minke.
Pero al año siguiente, le concedió a Japón una autorización para cazar con objetivos científicos, en el marco de un programa de recolección de información “para una administración correcta de recursos de la población de ballenas”.
Las ballenas son protegidas por el apéndice 1 de la Convención de las Naciones Unidas para la Ley del Mar, que regula la importación, exportación y cualquier otro tipo de transacción comercial de ciertos animales y plantas marítimas.
Ambientalistas sostienen que el argumento científico es una fachada para mantener una lucrativa industria ballenera en Japón, donde la carne del cetáceo se sigue vendiendo en restaurantes y comercios, aunque a precios mucho más altos que antes.
También exigen el cese inmediato de la presunta caza científica y presionan a la Comisión para que revoque la autorización.
La Asociación Ballenera Japonesa, auspiciada por el gobierno, informó que en este país se consumieron 2 mil 500 toneladas de carne de ballena entre diciembre de 1999 y noviembre de 2000.
“La carne comercializada provino de la pesca ballenera en la costa y de la caza científica, para que no fuera desaprovechada”, explicó el portavoz de la Asociación, Komoru Kubo.
Japón también asegura que ciertas especies, como la minke, están en crecimiento y superan ya los 750 mil ejemplares en el Pacífico sur. Pero los países opuestos a la caza, encabezados por Estados Unidos, rechazan estos argumentos.
Estados Unidos decidió en diciembre mantener bajo vigilancia el programa ballenero japonés y pidió una nueva investigación sobre la actual población de cetáceos en el planeta. Para resolver el diferendo, ambos países mantendrán contactos de alto nivel en la capital británica, en forma paralela a la reunión de la Comisión.
Sin embargo, los japoneses esperan en Londres lograr el apoyo de Filipinas, Marruecos, Perú y Rusia, para reanudar el comercio ballenero internacional.
Japón también espera obtener el respaldo de seis países del Caribe. Motoji Nagasawa, de Greenpeace Japón, acusó al gobierno de usar su programa de asistencia internacional para comprar los votos de las pequeñas islas.
Otro punto a favor de Japón es el posible regreso este año de Islandia, país ballenero que abandonó la Comisión en 1992 como protesta por la prohibición de la caza. “Hay un nuevo sentimiento. Veo un ablandamiento en la postura contra la caza ballenera que prevalecía en los años 80”, afirmó Kubo.
El portavoz aclaró que Japón no está en contra de la preservación de la especie. “Nuestra política consiste en utilizar los recursos naturales de una manera científica. Estaremos sometidos a severas reglas”, dijo.
El jefe de conservación del Fondo Mundial de Vida Silvestre, Shigeki Komori, sostuvo que Tokio está desesperado por proteger su industria ballenera.
Expertos señalan que la venta de carne de ballena en el mercado japonés suma unos 80 millones de dólares al año. La industria emplea a más de mil personas, entre ellas 450 pescadores. Los subsidios del gobierno llegan a cuatro millones de dólares anuales.
A comienzos de mayo, Japón realizó su segunda partida de caza del año con dos barcos, que con otras tres naves formaban una flota de caza científica enviada al Pacífico norte.
La flota capturó unas 100 ballenas minke, 50 bryde's y 10 cachalotes, lo que provocó una enérgica protesta de Estados Unidos, pues las leyes estadounidenses protegen a dos de esas tres especies.
El resultado de la caza fue mucho mayor que el año pasado, cuando fueron capturados 43 bryde's, 40 minke y cinco cachalotes entre el primero de agosto y el 16 de septiembre, en el marco de un programa de dos años destinado a recolectar información científica.
La caza de ballenas es uno de los pocos asuntos en los que Japón se manifiesta inflexible ante la comunidad internacional. Ni siquiera cambió de actitud cuando Estados Unidos, su principal aliado, amenazó con imponerle sanciones comerciales.
1 comentario:
Una ballena es un regalo de la naturaleza es un regalo del planeta y además es un animal muy delicado ke apenas puede sobevivir por si solo para ke los anden cazando tan descontroladamente
deberia aber mas personas ke se unan a instituciones como lo protectores de ballenas
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